lunes, 12 de mayo de 2014

El peripatético

Camino en el centro comercial. Me mareo. Marcas, tiendas, estatus, estilos de vida embolsados, precios, tarjetas de débito, tarjetas de crédito. Compras para usar una vez; sin embargo quieren más. Solo espero que mis ojos no se pudran. 

Un anillo en el dedo anular. Braguitas. La promesa de un "te adoro" a presente. ¿Casarte? ¡Lo harías mañana mismo! y no te importa. Un papel firmado y no te importa. Un papel al cual encontrarle el truco. Sabotearlo. Evita la posibilidad de quedarte sin auto ni casa luego del inminente divorcio, inmanente divorcio y más papeles, más papeles...

Entonces... ¿inopia por voluntad propia? Soy el hombre que sabía algo pero dijo no conocer para no ir preso. Pero las palabras cobraron vida en mi cerebro apagado que hoy solo piensa en seguir alguna serie televisiva de agrado económico. Mantener la piel sin manchas, el estómago sin náuseas y nuevamente... que mis ojos no se pudran. Soy mi peor enemigo, mi propio verdugo, mi más enconado juez. El peripatético.  

Todo lo repulsivo que pienso y siento se va desvaneciendo...